domingo, 12 de junio de 2016

La princesa y la doncella

Los personajes utilizados pertenece a Masashi Kishimoto así cómo todo a Naruto se refiere, la historia me pertenece.

Esta historia la escribo sin fines de lucro única y exclusivamente por mi amor a la lectura y escritura y más que nada para todos ustedes.
Capítulo 7

La princesa y la doncella

¿Dónde estarás metida ahora, Tenten?
El alba estaba haciendo acto de presencia aquel día, cuando me desperté lo primero que hice fue abrir la ventana que un día antes Shikamaru había abierto para mí para así poder ver el amanecer en su máximo esplendor o eso creí, estaba igual o más nublado que ayer. Al parecer las lluvias seguirían.
Estaba algo nerviosa, anoche tuve un sueño poco reparador y por demás extraño. En el, soñé que algo ocurriría, recuerdo con poca claridad unas escenas; recuerdo que estaba en un baile de máscaras y después ocurría una terrible masacre. Mi piel se erizó por recordar las escenas. Sólo espero que sea una simple pesadilla.
Tenten, ya has tardado—suspiré—No es propio de ti.
Me acerqué a la ventana y me senté en el sofá. Contemplé los jardines del palacio y las nubes grises que llenaban el cielo. Estaba por enderezarme cuando mi mano topó con una especie de superficie cuadrada. Bajé la vista y me encontré un una preciosa cajita de plata adornada con un grabado en bella caligrafía mi nombre. La tomé con cuidado y la abrí. Dentro había una carta y una hermosa gargantilla de plata con una esmeralda en forma de lágrima como adorno. La miré como una boba durante unos minutos. Era tan hermosa y aunque no era muy grande podía verme reflejada en ella.
Mis ojos se desviaron a la carta que estaba en primer lugar y la abrí. Me quedé muda ante lo que decía la carta y más que nada por ver de quien era.
Hola Temari
Bueno, no sé cómo empezar a escribir esto, mejor dicho, no sé cómo darte el saludo ¿Debería decirte querida? ¿Hermosa quizá? ¡No lo sé! Y estoy furioso por eso. No sé qué estás haciendo conmigo pero haces papilla mi cerebro y es vergonzoso.
Anoche la pasé muy bien, las cabalgatas por las tardes nunca me habían parecido tan relajantes. Las consideraba problemáticas.
Te he enviado este regalo como agradecimiento por darme una magnifica semana. Aunque te hayas enfermado y vomitado como alma que lleva el diablo, ha sido una semana muy interesante.
-Idiota- pensé.
Shikamaru, no era para nada sensible...me apreté el puente de la nariz. Tomé la carta y continué leyendo
Sobre todo por lo que pasó ayer. No sabía que montaras tan bien a caballo. Para ser sincero no creía las palabras de tu hermano cuando te elogió por ser tan buen jinete. Me has cerrado la boca.
Aparte de regalarte el collar también era para decirte que no sé qué me ha pasado estos días. Lamento si te he ofendido al besarte, no pude controlarme, entenderé si piensas que soy un insolente. Eres la mujer más bella que haya visto aunque a veces por tu forma de hablar y comportamiento parezcas un hombre.
Espero que cumplas lo que me has dicho y escribas de vuelta. Tengo un mal presentimiento.*
Sólo quiero estar enterado de la situación mientras papá y yo no estamos.
Es por seguridad y tranquilidad mía. Pues es la primera vez que dejamos el palacio los dos.
Sé que lo prometiste y sonaré insistente y pesado, pero escríbeme todo.
Nos iremos hoy por la noche y es muy probable que nuestra ausencia dure por unos dos meses.
Estaremos leyéndonos
Shikamaru.
...
Tomé la carta y me mordí el labio. A juzgar por su letra, la cual era impecable, había escrito la carta de manera apresurada, además sin hacer borrador pues estaba esa frase rayada, la cual no entendí muy bien. pues estaba tachada . Ya lo revisaría más tarde.
Ese idiota. Toqué mis labios.
No fuiste impertinente en lo absoluto—sonreí y me levanté del sofá. Dejé la cajita en mi peinador y me miré al espejo. Estaba hecha un desastre. Cabellos descontrolados y un horrible hilo de baba bajando por la comisura de mi boca.
Me saqué la lengua mientras me veía al espejo.
Caminé al baño y comencé a desatarme el cabello. Durante toda la noche sudé demasiado, producto de esa horrible pesadilla, mi cuerpo estaba pegajoso y con mal olor. Preparé la tina y comencé a desnudarme. No era la primera vez que lo hacía sola, además no estaría esperando a Tenten pues quizá estaba ocupada en algo más. Cuando el agua estuvo lista me metí dando un respingo, si bien no era la primera vez que preparaba la ducha para mí, dejé el agua un poco fría. Dejé mi cabello por fuera y metí el cuerpo hasta que el agua tapara mi cabeza a la altura de los ojos. Contuve la respiración tratando de calmarme.
Vamos Temari—me regañé—Sólo fue un estúpido sueño ¿qué tiene eso de relevante? —gruñí—Nada, por supuesto que nada.
En mi cuerpo se templó al agua y comencé a relajarme, recosté la cabeza en el borde de la tina y solté un bufido. La habitación de baño era muy simple pero muy bonita para mi gusto. La tina estaba cerca de la pared, el sanitario junto al lavamanos en la otra pared de la habitación, un hermoso espejo de cuerpo completo colgaba en la pared frente a la tina y un armario con hermosos tallados en madera blanca le hacía compañía, un tocador del mismo material que tenía un banquito con un cojín rojo. La habitación entera era de un blanco inmaculado.
Cerré los ojos relajando mi cuerpo aún más.
¿Por qué he tenido un sueño como ese?
Bufé y comencé a lavar mi cuerpo teniendo cuidado de no mojar mi cabello. Tomé la esponja y tallé mis brazos con ella usando un poco de mi jabón con aroma a jazmín, disfruté del aroma y terminé de lavarme.
Salí de la tina con cuidado y seque mi cuerpo. Caminé hasta el armario y tomé uno de mis vestidos sencillos. Comencé con la ropa interior, el velo y el camisón. Acomodé mi cabello y empecé a sujetarme el corsé. Cuando terminé tomé el vestido y me lo coloque con cuidado, era color verde oscuro en la parte superior, tenía mangas un poco cortas pues el clima estaba algo fresco pero no tanto para llevarlas largas. La falda tenía dobleces en tonos dorados opacos y verdes que era muy sencillos y bonitos. Me acomodé la parte superior pues tenía un dobladillo en la cadera.
Me miré en el espejo, la enfermedad que había presentado hacia dos días había desaparecido gracias a la comida medicinal de la reina. Tomé un cepillo de plata y comencé a cepillar mi cabello.
Estaba por terminar y salir hasta que escuché la puerta de mi habitación abrirse y cerrarse con brevedad. Agudicé mis cinco sentidos. Escuché un par de taconeos que resonaban por el piso.
Dejé el cepillo en la mesita del tocador agudizando mi oído, movían cosas en mi habitación, unos cuchicheos llamaron mi atención, eran voces femeninas, al parecer creían que yo estaba fuera de ahí. Que equivocadas estaban. Sin hacer ruido me encaminé a la puerta, pegue la oreja y escuché con claridad lo que esas voces decían. Eran dos.
Debe tener algo por aquí—una voz chillona gruñó—. Esa bruja, debe tener algún libro de hechizos.
Ya te digo que si Tenten nos encuentra aquí nos irá muy mal—la segunda voz sonó temblorosa. Le daba la razón, Tenten es una mujer de armas a tomar, sin embargo, comparada conmigo, cuando de dar castigos se trata, ella es un ángel.
¿Le tienes miedo a esa idiota? —gruñó la primera voz—. La muy tonta se la ha pasado en las nubes. Como es la consentida de esta bruja y además se ha ganado el favor de la reina no podemos hacer nada para que la castiguen por estar saltándose los deberes. ¡Me tiene harta! —gritó por lo bajo la primera voz—. Esa arpía le está dando algo al príncipe. ¡¿Cómo es posible que me rechazara por décima ocasión?!
¿No crees que ha sido suficiente? —suspiró la segunda chica—Diez veces te ha echado de su cama ¿Por qué sigues humillándote?
Nunca me habían rechazado así—cerré la boca y arqueé una ceja. Que interesante, presté atención pues esa chica aún seguía hablando—He practicado mucho para complacerlo.
Me das asco—secundó la segunda chica. La primera era una completa ramera.
—Mira esto... —escuché que las dos soltaron un gemido—. Esta es la gargantilla de...¡No puede ser!
Es muy hermosa—la segunda chica suspiró—. Se la ha dado a ella.
¡La odio! ¡Es una zorra! —la primera gritó sin moderar su voz el insulto dirigido hacia mi—. ¿Cómo se atreve? ¿Quién se cree ella para tener algo así? ¡La gargantilla de la primera matriarca Nara!
¿Qué había dicho? Me aferré a la puerta.
Cállate—musitó la otra—. Si nos escuchan estaremos en problemas.
Esas dos no saben que están en un problema y uno muy gordo.
Esta noche, esta noche antes de que él se vaya—la primera le dijo a la otra—. Lo haré mío, quiera o no.
Escuché que algo se rompía seguido del grito de una de esas chicas.
¡Eres una idiota! —gritó la otra con terror.
Él necesita una verdadera mujer, y yo soy mucha—noté un tono altivo en su voz—. Y cuando lo tenga él lo verá y dejará de pensar en esta bruja. No puedo creer que él se haya dado tantas molestias por ella—su tono altivo desapareció dando paso a uno furioso—. Él debería fijarse en mí, soy muchísimo mejor que esa. Pero esta noche lo conseguiré, lo drogaré y me meteré en su cama y entonces yo tendré a su heredero. Y para lograrlo me pondré esto.
¿Pero qué dices? —el tono aterrado de la otra chica no hizo más que alterarme a mí pues eso significaba que la primera iba en serio.
Suficiente.
Abrí la puerta de par en par y ambas se congelaron en su lugar.
¿Qué hacen en mi habitación? —mi voz sonó grave y tenebrosa pero estaba tan molesta que lo dejé pasar. Ambas me miraron con terror.
La primera chica era una castaña con ojos negros de complexión pequeña y poco proporcionada, la boca le temblaba y en sus ojos noté principios de lágrimas que estaban a nada de caer por su cara. Las manos le temblaban tanto o igual que su boca y las apretaba contra su vientre. Temí por que le diera un colapso. Le reconocí de inmediato, era esa niña que había venido con Tenten el día anterior, creo que su nombre era Rin.
La segunda en cambio me miraba con temor y rabia, era rubia pero terriblemente descuidada, estaba sucia de la cara y del cabello, su cuerpo era plano y sin curvas, a mi parecer tenía la edad de mi hermano menor, a lado de la otra chica esta parecía una niña a pesar de su edad, sus ojos eran negros y su piel morena, estaba tan sucia que incluso podía oler su suciedad. Mis ojos se centraron en algo que ella tenía en sus manos.
Apreté los labios, en sus manos sucias tenia uno de los vestidos que la reina me había regalado además de un collar de perlas que perteneció a mi madre. Verla con mis cosas en sus andrajosas manos, sostenidas por sus uñas mal cuidadas y llenas de mugre me llenó de cólera. Nunca había presenciado semejante insolencia.
Me rechinaron los dientes cuando noté algo más.
En el piso estaba la cajita de plata partida en dos partes, la tapa estaba a diez centímetros del contenedor y la gargantilla estaba tirada debajo de las faldas de la rubia.
Las miré con rabia.
—¡Respondan! —gruñí—.¿Qué hacen en mi habitación?
La castaña cayó de rodillas al suelo. Rin empezó a llorar sin dejar de temblar. Pobre chica.
Entonces ¿no piensan hablar? —hablé fuerte y le levante la barbilla a la rubia quien aún seguía mirándome con rabia mientras que con sus manos apretaba mis cosas—. Eres una insolente.
Yo... —se atrevió a hablar—. Yo no le tengo miedo.
Me levantó la cara desafiante y por un instante creí que se lanzaría sobre mí para darme de golpes y bofetadas, que me rasgaría la ropa y me arañaría los ojos, que me arrancaría los cabellos pero se quedó en su lugar, enraizada al suelo sin dejar esa mirada felina clavada en mí. Ella sonrió y yo cerré los ojos.
Le di una bofetada.
Ella soltó las cosas y se llevó sus manos sucias a la mejilla.
¿Crees que me interesa si me temes o no? —le dije con un tono de lo más seco mientras sonreía de lado—. ¿Acaso crees que una niña mocosa como tú se puede comparar conmigo? —le di una mirada fría penetrante y llena de autoridad.
Se echó para atrás visiblemente perturbada. Comenzó a temblar.
Shikamaru jamás se fijaría en una niña insolente—la miré levantando la ceja—Menos en una tan sucia y maloliente—arrugué la nariz—. Jamás había visto a una doncella tan mal educada e insalubre como tú.
Clavó sus ojos en los míos con visible terror. Mi mirada seguía cada vez más gélida. No iba a permitir que las doncellas hicieran lo que desearan cuando estuvieran solas. No iba a permitir a doncellas preñadas por estar de calientes con los campesinos o con los obreros. Si bien aún no soy la reina de este palacio he de hacerles ver que no toleraré comportamientos como estos y mucho menos semejantes insolencias como esta. ¡Doncellas prostitutas!
Esto sí que era nuevo para mí, en Suna jamás había pasado por esto, todas las doncellas que llegaban a edad casadera eran enviadas a buenos hombres con una dote cortesía de mi familia por sus buenos servicios, se iban con una educación básica y bien entrenadas para poder ser unas amas de casa y buenas esposas. Pero estas doncellas de Konoha me sorprendían. Eran insolentes y mal educadas, hablaban de las personas de poder como si fueran ellas quienes podían juzgar.
Mordían la mano que les daba de comer.
Demasiada ingratitud y deslealtad. ¡No puedo permitirlo! Si no querían ser las doncellas de un palacio, bien, muchas niñas matarían por tener un trabajo que les asegurara una buena vida, de lo contrario no iba a permitir que fueran las doncellas que de noche fueran las putas de un burdel.
Escuché todo lo que has dicho—dije cortante—. Quizá la reina sea más misericordiosa que yo. Pero estas insolencias no las voy a soportar. Mucho menos después de lo que escuché que hacías. ¿Con cuántos hombres te has metido, pequeña ramera?
Rin seguía llorando de rodillas en el piso y sin dejar de temblar. En cambio la otra sólo temblaba mirando el suelo. Esta situación me estaba hartando. Me acerque a la rubia y la tomé fuerte del hombro para sacarla de mi habitación.
En ese momento la puerta de mi habitación se abrió, giré la cabeza para ver a Tenten entrando con unos vestidos quedándose boquiabierta ante la escena.
Pero... —le lancé una mirada penetrante—Alteza, ¿le han hecho daño?
No—gruñí—. Haz que alguien le llame a la Reina.
Alteza—se acercó a mí—. Suéltela.
Obedéceme—jamás había usado ese tono con Tenten y por su expresión eso la sorprendió y tanto que salió de la habitación disparada.
En menos de cinco minutos la Reina entró a mi habitación y con sólo ver la escena casi soltó un grito.
Creo que debería hacerle saber, mi señora, la clase de mujeres que trabajan para usted—. Le lancé a la rubia que cayó de rodillas frente a ella—. No se imagina la clase de "cosas" que habló mientras entraba y registraba mi habitación.
Yoshino miraba a la chica con un semblante de asombro.
¿Qué hacías aquí, Shiho?—la voz de la reina sonaba asombrada.
Nada, mi Reina—mintió frente a mí.
Dile a tu Reina lo que dijiste que le harías al príncipe—gruñí—. Dile ahora.
¿Shiho? —la reina cambió el semblante cuando mencioné a su hijo. Natural, es su madre y jamás permitiría que dañaran a su hijo.
Yo no dije nada—gruñó mirando el suelo.
Dile o te arrancaré la lengua de víbora que tienes.
¡Temari! —Yoshino gritó asustada.
¡Dile ahora!
¡Yo no dije nada!
¡Ya basta! —las tres nos giramos para ver a la niña más pequeña tirada en un mar de lágrimas—. ¡Ya basta, Shiho! ¡Dijo que drogaría al príncipe para meterse en su cama y quedar embarazada del futuro Rey!
La reina se quedó en shock mientras Shiho comenzaba a temblar de nuevo, su cara se transformó en rabia pura.
Además, antes de entrar a la habitación, dijo que robaría cosas de la princesa para que el príncipe creyera que se trataba de su prometida, iba a robar las cosas de allá—señaló con su mano temblorosa el vestido y las joyas que hacia momentos la rubia tenía en su poder. Ante semejante evidencia y confesión la Reina enderezó la espalda.
La rubia en cambio se levantó y se lanzó sobre la castaña comenzando a arañarla y bofetearla, tirando de sus cabellos y encajándole las uñas. La reina se asustó y ambas corrimos a separarlas. La rubia se aferraba a la cara de Rin que entre lágrimas y gritos manoteaba para zafarse. La cara de la castaña pasó de ser blanca a roja por las heridas que la rubia le estaba propinado. Cansada de forcejear con ella me alejé un poco y la tomé del cuello para después darle un golpe seco en la nuca. Kankuro me había enseñado movimientos para dejar inconsciente a mi atacante así que consideré prudente hacer ese golpe para que la rubia soltara a Rin. Segundos después la rubia estaba fuera del juego inconsciente sobre la castaña que perdió el conocimiento por tanto gritar.
Santo Dios—la reina se alejó de las niñas y se sentó en la cama tomando aire.
Lo siento, pero tenía que separarlas—jadee. Ella me miró y miró a las niñas
¿Ella está...?
Inconsciente—respondí, me senté en el suelo y lancé la cabeza hacia atrás—Si no lo hacía le iba a sacar los ojos.
¿Es verdad todo lo que han dicho? —la miré con incredulidad. ¿En serio dudaba de todo lo que pasó? Sólo puedo pensar en dos cosas; o la Reina esta en shock porque nunca había presenciado algo así o confiaba demasiado en su servidumbre que le parecía imposible este comportamiento. Ambas eran muy coherentes y posibles.
Sí, yo las escuché—solté un suspiro—Estaba dándome un baño cuando las dos entraron. Creyeron que yo no estaba pero las escuché desde el principio.
Le conté todo. La rabia de la rubia, las noches que se iba de prostituta, su plan para drogar al príncipe. Todo. Incluyendo lo que decían de mí.
Yo... —se aclaró la garganta—. Jamás creí que una niña pudiera albergar tanto rencor. Yo la acogí como mi doncella para la zona de costureras cuando era sólo una niña de cuatro años. Le he dado todo, techo, comida, educación...y es así cómo me paga, sinceramente no puedo con este asunto—suspiró—Jamás creí que iría a decir esto alguna vez, deben ser castigadas.
Comprendo su decepción—gemí—. Yo tampoco había pasado por esto. Mi gente es muy leal y agradecida. Mi madre me enseñó bien como tratarles. Mi padre en cambio era muy malo con ellos pero nosotras les dábamos esa esperanza de una buena vida.
No me extraña, tu madre era un alma hermosa con la gente de su tierra.
La extrañan tanto.
No te pongas triste, cariño—me levanté y me senté cerca de ella—. Gracias por abrirme los ojos. Yo jamás le creí a Shikamaru cuando me decía de las mujeres que se metían a su habitación. Lo creía impropio de una señorita.
Yo no lo sabía.
Ambas nos miramos y sonreímos. Él era un hombre después de todo, uno muy guapo y de carácter definido. Era natural que las mujeres se le insinuaran de esa manera, lo que no era natural era el comportamiento de él para rechazarlas, eso me dio un poco de sospecha.
...
Bien—la voz de la reina sonó en el salón. Yo estaba a su lado dandle mi apoyo.
La rubia estaba furiosa, mirándome con recelo. La ignoré.
Shiho—la chica miró a la reina—. Se ha decidido tu castigo—la reina levantó la cara mirándola con total desconfianza y repudio—Jamás creí que una de mis niñas haría semejante acto de traición. Así que como puedo juzgar tus pecados pecaminosos tu castigo será estar desnuda en la plaza principal del palacio. Ya que quieres ganarte el favor de los hombres y te atreviste a acércate a mi hijo, tu castigo será ser vista por todos los hombres de la corte.
MI señora yo nunca he dicho tal cosa—tartamudeó—Nunca he tenido intensión de ofenderle.
Por supuesto que sí. Semejantes palabras siempre pretenden ofender. Tengo suficiente sentido común para no creerme tus burdas mentiras, y además no puedo permitir que tu conducta quede impune—A un gesto los caballeros de la Reina la tomaron por los hombros—Desnúdenla. Que la guardia la saque al patio como he dicho y que trabaje ahí todo el día bajo el sol y la lluvia por el resto del mes—ordenó—Si te comportas como una ramera, te trataré como tal.
Shiho alegó ser inocente asegurando que Rin y yo mentíamos diciendo que era injusto. Injusto dijo ¿Iba la Reina a dar crédito a lo que decía una chica celosa? ¿Iba la culta señora de Konoha a creer las mentiras de una costurera deslenguada con las manos agrietadas?
Seguía dale que dale. Yo esperaba que se ablandara, que confesara de nuevo ante la reina sus planes y suplicara perdón y así pudiéramos pasar de página. En cambio despotricó y maldijo toda la mañana mientras el aire frio se colaba por las murallas de la fortaleza del patio principal. Un grupo de hombres y chicos se detuvieron a mirarla, gritarle insultos y tirarle piedras que le dieron en la mejilla, haciéndola sangrar y le dejaron señales en las nalgas. Cada vez que alguien pasaba por el patio la veían de pie descalza sobre las losas frías del suelo. La lluvia empezó a caer de forma estrepitosa haciendo que mosquitos se le pegaran a la piel por la humedad. Verla así después de unas horas me dio algo de lástima.
Caminé entonces hacia los cuartos de costura y me encontré con Tenten que estaba curando a la niña que aún estana inconsciente. Me acerqué a ellas y empecé a ayudarle limpiando su pequeña carita rasguñada.
Sólo espero que no le queden marcas—murmuré—. Sería terrible, es muy bonita.
Estas hierbas harán que sanen rápido—me mostró las hierbas que tenía en un frasco—. Con esto no le quedarán marcas.
Menos mal—la miré—Lamento lo de esta mañana—bajé la mirada—. No debía hablarte así.
No tienes por qué disculparte—me respondió tomando mi mano—. Dabas miedo de lo alterada que estabas.
Nos reímos y seguimos curando a la pequeña, pasados los minutos despertó.
Hola—le saludé. Ella temblo—No temas, hiciste lo correcto.
Alteza yo—negué con la mano—No debí permitir que Shiho entrara a su habitación.
¿Y por qué lo hiciste? —le coloqué unas vendas en las mejillas.
Por qué...
Dime, será lo mejor—la niña miró a Tenten quien asintió apoyándome.
Anoche yo... —tragó saliva—. Tenía mucha hambre, Shiho siempre se come mi porción y...
Y no volverá a ocurrir—le respondí—Ahora dime, ¿Por qué dejaste que entrara?
Fui por algo de comida a la cocina—apartó la mirada—. Como ya era muy tarde pensé que nadie me vería, así que tomé un poco de pavo asado y comí a escondidas—continuó—. Pero Shiho me descubrió y me amenazó con delatarme por robar comida. Me dijo que si yo le ayudaba con algo no diría nada. Cómo tenía miedo no me quedo más remedio que aceptar.
Rin tenía unos ocho años, era una niña manipulable. Entiendo el porqué su temor por lo que había hecho. Pero actuó bien al decir la verdad, eso exponía a que era honesta y leal. No iba a permitir que se abusara de su nobleza. Estando ahí también revisé la salud de Moegi. La pelinaranja se emocionó ante mi visita, echaba de menos sus mejillas sonrojadas. Me alegré al ver que estaba mejorando con los medicamentos.
Luego de unas horas salí de ahí.
Caminé sin rumbo fijo por el castillo. La lluvia no había aminorado en lo más mínimo y la luz era escasa haciendo de los pasillos caminos oscuros y tétricos. Sin saber cómo llegué a mi habitación. Entré y me dispuse a limpiar el desastre que había por lo pasado hacia unas horas. Guardé el vestido y acomodé las joyas en su lugar. Cuando miré el suelo vi la cajita de plata partida en dos, me sentí mal enseguida. Me agaché y la tomé junto con el collar, lo dejé en la mesa del peinador y después encendí unas velas, me senté en el sofá junto a la ventana aun con la cajita en mis manos. Suspiré, debía arreglarla.
Busqué la forma para hacer que embonara de nuevo pero con tan poca luz no podía, miré hacia afuera pero no duró mucho, no se veía nada por la lluvia intensa y densa que había.
Oe, ¿a penas te lo regalé y ya lo destrozaste? —su voz me hizo dar un salto en el sofá—Lo siento, debí tocar.
Sí, debiste hacerlo—suspiré—Y no he sido yo, jamás destrozaría algo tan bonito. Estoy intentando arreglarla pero no veo bien.
Se la llevaré mañana a un amigo—se sentó frente a mí—¿Estas bien?
Claro, ¿No debería estarlo? —respondí mirando la cajita.
Mi madre me ha contado todo.
No debió hacerlo—bufé—Sólo son preocupaciones innecesarias para ti. Te vas hoy en la noche.
Pues el clima me retiene aquí—se recostó en el marco de la ventana mirando afuera—Me estoy yendo desde hace una semana. Parece que alguien quiere que me quede aquí más tiempo.
No puedes culpar al clima por ello.
Tienes razón, no puedo—me sonrió—. Y me alegra además si pudiera no lo haría, así puedo charlar más tiempo contigo.
Para no tener contacto con las mujeres—lo miré levantando una ceja—Conmigo eres muy atrevido.
¿Lo soy?
Lo eres y muy atrevido—le sonreí—Me has besado en un par de ocasiones y apenas nos conocemos y ni hablar del día que nos conocimos, casi me arrancas el vestido. Si no te conociera lo poco que tengo diría que eres un pervertido acosador.
Él soltó una risita
¿En serio?
En serio—sonreí—Además ¿qué te hace pensar que me comporto como un hombre eh? —le di un golpe en el hombro. Él hizo una mueca tan falsa de dolor que me reí muy fuerte.
Bueno, me han contado mucho sobre ti—se tomó la barbilla—tu hermano se ve serio pero habla mucho a veces.
¡Qué!
Tranquila—se cruzó de brazos—. Sólo lo que necesito saber de ti.
Me quedé callada.
No te has puesto mi regalo—me miró el cuello—¿No te gustó?
No he tenido la oportunidad de ponérmelo—torcí la boca ante el recuerdo de la mañana.
Bueno, yo creo que le va a ese vestido—se levantó y tomó la gargantilla—Gírate.
Obedecí y segundos después sentí el frío de la piedra recorrer mi garganta. Bajé la mirada para verla, el color pálido de mi piel hacia que resaltara y luciera hermosa. Recordé lo ocurrido en la mañana.
Este collar...
Él me miró con una ceja levantada, confundido.
¿A quién pertenecía? —lo miré—. Esta mañana, antes de todo el jaleo, escuché que no era cualquier gargantilla, que perteneció a alguien muy importante. Explícame.
Se rascó la cabeza y volvió a sentarse.
Tienes razón al decir que perteneció a alguien muy importante—se recargo de nuevo en la ventana con los brazos atrás de su cabeza como apoyo—Tamashi Nara fue la primera matriarca del clan Nara antes de que este fuese de la nobleza, fue una mujer que cuidó del clan con mano dura y lo hizo prosperar. Después de unos años se descubrió que ella tenía sangre noble por su parte paterna y ascendió al trono de Konoha convirtiéndose en la primera Reina por herencia al ser la única mujer cuyo parentesco al antiguo Rey era más puro y cercano. Después se casó y tanto el clan como el reino de Konoha prosperó a pasos agigantados. Físicamente, era idéntica a ti pero con el cabello negro y sus ojos eran grandes y avellanados como los tuyos también negros. Si le ponemos tu cabello rubio y le cambiamos el color de los ojos serías prácticamente tú hace quinientos años—me miró sonriendo—. La gargantilla que te he regalado ha pasado por varias generaciones, fue un regalo quey le hizo Shikateru, su esposo. Ella jamás se lo quitó hasta el día de su muerte que ordenó que todas las futuras matriarcas del trono lo usaran en su memoria.
¿Tu madre..? —él asintió
Lo usó el día de su boda—me miró—Ahora quiere que lo uses tú.
Me mordí el labio, una parte de mí se sentía honrada, la otra aun no podía creer que estaba formando parte de una gran dinastía.
Mi color favorito... —su voz me hizo verlo, él miraba la esmeralda—Es el verde... —estiró su mano y acarició la gema—Te sienta de maravilla.
No seas tan cursi—estaba totalmente sonrojada.
Sentí entonces que mi garganta estaba muy seca, mis labios picaban y mi lengua se me pegaba al paladar, sentí que mi cuerpo hormigueaba y mis manos me picaban tal cual tuviera alergia. Tenerlo frente a mí me puso nerviosa, sentía que mi estómago estaba desatado y que había cientos de cosas revoloteando dentro. Lo miré con atención, su frente lisa donde sus cejas no tan gruesas hacen un marco en su cara, sus ojos eran pequeños y rasgados con aire dormilón y relajado pero su mirada decía otra cosa, le daba un toque de inteligencia y seriedad. Su nariz perfecta y su boca hermosa, sus labios, dios sus labios eran delgados pero su barbilla los resaltaba de manera perfecta. Ahora no dejaba de observarlo, él era perverso, todo en este hombre era perverso. Inteligente, relajado y atractivo, tan perversa combinación en un hombre cuya mirada seductora me tenía atrapada. No pude más.
Tomé su rostro y lo besé, mis labios solo rozaban la piel suave de los suyos.
Que casto—pensé
Me acerque reconociendo su aliento, probando el sabor de su respiración, uno dulce que dejo caer poco a poco mientras respiraba, lo besé como si estuviera tomando todo el tiempo del mundo para recorrer cada milímetro de su boca. Sentí entonces sus manos tomar mi cintura y acercarme a él.
¿Por qué estoy haciendo esto? —me pregunté—¿Por qué no puedo detenerme? ¿Por qué no me siento culpable?
Él me atrapo en un abrazo fuerte y ahí noté ciertas cosas. Es curioso como en medio de una situación así podía notar las dimensiones de nuestros cuerpos. Su pecho amplio y sus brazos fuertes abrazándome, mi cintura pequeña y mi espalda recta cabían a la perfección en él. Acaricié sus brazos y su pecho. Sus labios sabían a menta y olía a hierbabuena. Lo abracé con más fuerza. Separé mis labios y reprimí un gemido cuando su lengua me pidió permiso para entrar, lo permití.
¡Dios, él besaba muy bien y de qué manera! ¡Estaba derritiéndome! Era tan cuidadoso, me acaricio con su lengua con cuidado, como si tanteara el terreno, eso me descolocó. Acaricié su cuello y su rostro. Lo escuché gruñir y eso me excitó.
Esto estaba mal, muy mal y si seguíamos así sería un resultado terrible.
Pero no podía parar...
Seguí besándolo y acariciándolo como si fuésemos amantes desde hace muchos años. Nuestros cuerpos se pegaron y pude sentir aún más su calor. Su boca era deliciosa, su sabor exquisito, su olor adictivo.
Despacio...
—Para... —suspiré separándome de sus labios.
Él en cambio me dio besos cortos en mis labios.
Sólo un poco más... —mordió mi labio inferior—No te veré en unos meses.
Sólo un poco entonces...
Volvimos a besarnos, esta vez fue más pasional. La habitación estaba en silencio ya que las únicas bocas que podían interrumpir esa paz estaban muy ocupadas. Siento sus manos muy indecisas en mi cintura aun, como si quisieran tocar más de mi pero no se atreven, ese gesto me derrite, él es un caballero. Las tomo y lo animo a acariciar mis brazos, mi cara.
Quiero que me recuerdes esos meses que te irás—suspiro en su boca—. Quiero que recuerdes la textura de mi piel.
Lo escucho gruñir y me aprieta con sus brazos. Entonces comienza a acariciarme los brazos, sus manos son rasposas, imagino que por el uso de la espada, pero no me molesta, me gusta. Las siento subir por mi cuello y acariciar la zona donde reposa la gema de esmeralda para después subir por mi barbilla y sin dejar de besarme acaricia mi cara con el dorso de su mano.
Tócame—me dice con voz ronca—. Tócame también a mí.
No tardo y lo acaricio del cuello y del cabello. Su rosto tiene una piel muy suave y tersa. Pero es el calor de su cuerpo lo que me tiene presa de un sentimiento muy extraño.
Esa noche, perdidos en besos y caricias castas, nos despedimos.
Cuando el alba apareció, bajé para las caballerizas y noté que el camino estaba hundido por la tierra húmeda. Recargada en la cerca de madera suspiré, él ya se había ido.

*Se suponía que esta frase estaba rayada por el centro pero al parecer a Fanfiction no le gustó y la subrayó, ok no, al parecer en Fanfiction no se puede rayar por el centro o no dentro de una historia
Tomen nota de esta frase pues será de vital relevancia en los próximos capítulos.

Hola mis hermosuras amadas.
Este capítulo es una introducción a el nudo de la historia. Créanme, vendrán cosas que no se esperan.

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